miércoles, mayo 23, 2007

LOS MUERTOS
Era costumbre en el pueblo que los maestros de obras, cuando aquella persona para la que habitualmente habían trabajado o alguno de sus familiares mas allegados fallecía, fueran las encargadas de cerrar la fosa o el nicho donde el finado dormiría el sueño de los justos y esperaría la resurrección de la carne. Esta práctica normalmente no suponía mas problema que el de mandar a un oficial al cementerio unas horas antes con un capazo de yeso y ladrillos suficientes para rematar la labor. Una vez acabada la misa, cuando el maestro que había acudido al sepelio, llegaba con la comitiva al campo santo, tras los rezos y responsos de rigor, este se despojaba de la chaqueta, se remangaba la camisa y ayudado por su empleado procedía a sellar la sepultura ante las lagrimas de los deudos. Pero en ocasiones, la muerte años atrás del cónyuge, los padres o algún hijo obligaba a preparar la sepultura. Dicha preparación consistía básicamente en abrir la fosa o el nicho y retirar los restos mortales que quedaban del anterior inquilino depositándolos en una pequeña caja que sería introducida con posterioridad en el ataúd del difunto para así permanecer juntos en la muerte aquellos que lo habían estado en vida. Entonces, el mismo día del óbito y mientras en la casa doliente se lavaba y amortajaba el cadáver, ( tarea que solía recaer en las mujeres de la familia) el maestro, acompañado por algún aprendiz se encaminaba al cementerio. Una vez allí y ante la tumba en cuestión ayudado de maza y escoplo procedía a retirar la cubierta. Cuando la losa había sido retirada y la fosa o el nicho quedaban al descubierto llegaba la ingrata tarea de extraer los despojos del difunto. Entonces el maestro decía al aprendiz ”hala nene” y el muchacho si metía por la oscura boca y al poco comenzaban a salir al exterior tibias, fémures, vértebras y demás huesos del esqueleto que iban siendo introducidos en una caja de cartón. En ocasiones sacaban también las pertenencias con que algunos habían sido enterrados: un rosario, una pequeña cruz, una cadena, algún medallón, un anillo y algunas veces restos de la mortaja del finado e incluso el cabello pegado en parte al pelado cráneo.
La ubicación del cementerio a las faldas de una montaña rica en sal y yeso por la que discurrían veneros subterráneos de aguas salobres, daba lugar a que las labores de preparación de algunas tumbas se toparan con el hallazgo sorprendente de algunos cuerpos momificados. Fue famoso el caso del tío Bernabé. Propietario del cine y hermano mayor de una cofradía con el hábito de la cual fue amortajado al morir, causó un gran revuelo al aparecer intacto cuando quince años después se levantó la tapa del ataúd para dar sepultura a su viuda. Algunas voces llegaron a apuntar a Roma aunque al final y gracias al buen sentido del párroco la cosa no pasó de ahí.

4 Comments:

Blogger uncnoun said...

Sin tener mucho que ver, salió hace unos días en los periódicos que un hombre encontró momificada a la antigua propietaria del piso que acababa de comprar.

Resulta que la mujer murió y como dejó de pagar la hipóteca el banco le embargó el piso y lo vendió en subasta.

Murió en 2001 y la encontraron la semana pasada...

11:52 p. m.  
Blogger alvarhillo said...

Si, leí la noticia y me puso los pelos de punta. Estas historias siempre me han espeluznado por lo que tienen de soledad extrema y deshumanización. Al lado de mi casa hará unos dieciocho años también encontraron muerto a un anciano que llevaba quince años muerto y los vecinos pensaban que se había ido a Francia con una sobrina que era su única familia.
Saludos.

9:01 p. m.  
Blogger quiosquera said...

Alvarihllo, este post no me ha gustado tanto como otros. Es decir, está maravillosamente escrito, pero el tema...uy, me da yu-yu. A ver si nos "compensas" con algo diverido o por lo menos, no tan macabro jejeje.
Saludos extensibles.

8:22 a. m.  
Blogger alvarhillo said...

De acuerdo quiosquera, intentaré que el próximo sea más alegre.
Saludos.

9:32 p. m.  

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